El arranque de Colón en la Primera Nacional dejó un sabor agridulce. El equipo de Ariel Pereyra mostró mejoras respecto a la versión del torneo anterior, especialmente en el aspecto físico, pero los problemas ofensivos siguen siendo una preocupación porque no convierte. El empate 0-0 ante Temperley expuso la falta de contundencia en los últimos metros, una falencia que arrastra desde la temporada pasada.
El Sabalero no tuvo dolores de cabeza en el fondo ya que el rendimiento defensivo fue sólido a pesar de contar con una línea de cuatro completamente nueva. Guillermo Ortiz y Brian Negro lideraron la zaga con solvencia, mientras que Conrado Ibarra y Gonzalo Bettini cumplieron en los laterales. Además, Marcos Díaz brindó seguridad bajo los tres palos, respondiendo bien cada vez que fue exigido.
El mediocampo tuvo en Christian Bernardi a su mejor exponente. El capitán fue el conductor del equipo y manejó los tiempos del partido, pero no encontró socios que lo ayuden a desequilibrar en ataque. La lesión de Genaro Rossi en el primer tiempo obligó al debut de Emmanuel Gigliotti, quien todavía necesita ritmo de competencia para marcar la diferencia.
Colón mostró más intensidad y solidez que en el torneo anterior, algo que ilusiona a los hinchas. Sin embargo, si no encuentra mayor precisión en los últimos 20 metros, la falta de gol puede transformarse en un problema serio.

Más de 30.000 hinchas recibieron al equipo con una fiesta
A pesar de la igualdad, el hincha de Colón demostró, una vez más, que la pasión no tiene categorías. Más de 30.000 sabaleros coparon el Brigadier López en el debut del equipo y lo recibieron con un espectáculo impresionante de fuegos artificiales y bombas de humo. La gente está firme en el sueño del ascenso. Ahora, el equipo deberá dar el salto de calidad para estar a la altura de la expectativa.
