Unión comenzó el 2025 cargado de esperanzas. El regreso de jugadores identificados con el club como Franco Fragapane y Mauricio Martínez, más la continuidad del Kily González, despertaron la ilusión en una ciudad que celebraba tener a su equipo como el único representante de Santa Fe en una competencia internacional. Sin embargo, lo que prometía ser un año de despegue se transformó en un camino cuesta arriba que hoy lo encuentra sin rumbo, afuera de la Copa de la Liga y con la Copa Sudamericana muy difícil.
El arranque del 2025: ilusión y sentido de pertenencia
Unión comenzó el año con algo que no todos pueden presumir: la posibilidad de representar a la provincia en una competencia internacional como la Copa Sudamericana. El mensaje era claro: «Unión es Santa Fe», y el desafío se asumía con orgullo.
La dirigencia apostó por la vuelta de nombres con pasado tatengue como Franco Fragapane y Mauricio Martínez, y mantuvo la base del equipo con jugadores que ya conocían la exigencia del club. El «Kily» González, respaldado por su discurso frontal y su identificación con el proyecto, lideraba con confianza.
En la pretemporada, el cuerpo técnico habló de intensidad, de identidad, de ser protagonistas en todos los frentes. Había convencimiento en el mensaje y buena predisposición en el grupo para ilusionarse. El hincha sentía que era posible soñar.
Una caída lenta pero firme: sin rumbo en la Copa de la Liga y al borde de la eliminación en Sudamericana
Pero el fútbol no entiende de intenciones. El torneo local fue el primer golpe. Unión nunca logró ser regular en la Copa de la Liga, acumuló empates insulsos, derrotas dolorosas y victorias aisladas que nunca lograron sostenerse en el tiempo. El equipo no jugaba bien, no generaba juego, y cuando lo intentaba, la ineficacia en el arco contrario se transformó en una pesadilla.
En paralelo, la aventura internacional fue de mayor a manor. Arrancó con una victoria agónica ante Cruzeiro pero luego,cuando le tocó salir de Santa Fe la historia de siempre: derrota en Chile ante Palestino y goleada en Ecuador ante Mushuc Runa por 3 a 0. Lo más preocupante no fue solo el resultado, sino la imagen de un equipo sin respuestas, superado, sin reacción, incluso con un jugador más en cancha.
¿Qué pasó? ¿Dónde quedó ese equipo prometedor que se anunciaba en enero? Las respuestas parecen múltiples, pero ninguna resuelve el todo. Fragapane no logró el nivel que mostró en su primera etapa, Mauricio Martínez alternó entre lesiones y bajo rendimiento, y el resto del equipo mostró una fragilidad colectiva alarmante.
La renuncia del Kily González fue el punto final a un ciclo que nunca terminó de despegar. El plantel pareció desorientado y sin confianza. Las declaraciones del propio entrenador tras la caída ante Palestino ya anticipaban una salida que terminó siendo inevitable.
Hoy, con Nicolás Vazzoler como DT interino, Unión transita un momento de incertidumbre. Queda una mínima esperanza en la Sudamericana, pero la necesidad de replantear todo de cara al segundo semestre es evidente.
¿Y ahora qué?
El 2025 que comenzó con sueños internacionales hoy es un año de frustraciones, y el desafío será evitar que el golpe se transforme en crisis. Unión todavía tiene tiempo. Lo que necesita, con urgencia, es una reacción.
